viernes, 6 de noviembre de 2009

Destino: desconocido

Cayendo sobre un hoyo negro, sin poder soportarlo con la presión a flor de piel, porque no puedo ver lo que hay a mi alrededor
Qué viaje tan infernal. Siento pena de mi mismo y ahí está otra vez, cayendo sobre el hoyo negro sin poder aguantar más, veo puertas que no pueden abrirse, añadiendo seguros de tiempo a través del tiempo.

Miradas reflejando ira, aunque no pueda observarlas se sienten a través de cada poro, aunque no esté limitado de mis facultades visuales no logro entender por qué en estos momentos sólo puedo sentir, recordar, y viajar a través del tiempo donde todo comenzó…

Se eriza mi piel al recordarme con tan solo 6 años de edad, mi padre, de oficio herrero, hombre rudo y no tanto agraciado por la vida, sin fe, cruel y señalado por las personas de nuestro pueblo como un hombre golpeador, vicioso y amante de los burdeles era un ejemplo de mediocridad para las personas.

Pero para mí era un héroe, un modelo a seguir, irónicamente mi protector y el de mi madre por igual.

Así pasaron los años, mi vida de infante pasó con arduas jornadas en el taller de mi padre. Con tan solo 15 años de vida, tenia las palmas de las manos como un hombre de 30.
El héroe que tenia por padre cada vez se tornaba mas en villano, tal vez por la madurez que se me venía o por sus crueles acciones, atentando contra nuestra integridad. Cada sesión de intenso afecto dejaba marcas extremadamente pronunciadas.

A veces presumía a mi único amigo mi piel desgarrada y cicatrices anteriormente cerradas de nuevo abiertas. Mi único amigo era el espejo.

Un año más en el taller recuerdo que yo era el herrero más prodigioso de los alrededores, tal vez por herencia de virtudes o simplemente por la razón de que cualquier cliente insatisfecho merecía una sesión de azotaina domestica.

Cada sesión de azotaina desencadenaba en mi interior una furia indescriptible, cada vez quería más cantidad de azotes porque me causaba placer el pensar que mi antiguo héroe, ahora villano ocupaba mi lugar, y yo era el que ponía las reglas.

Cada sesión era como el caer a un hoyo negro sin poder respirar, con la sensación de ira máxima capaz de sentir un ser humano, el dolor ya ni siquiera era relevante veía muchas puertas añadiendo seguros de tiempo a través del tiempo y mi mente regresando a través de él.

Mi madre provocaba en mi una furia brutal, dejando a un lado sus castigos mi padre se dedicó a satisfacer su deseo de poder y control sólo en mi, en mi espalda se daban a conocer un par de huesos a causa de la carne ya desgarrada. Mi madre a un lado de el contemplando a la pobre bestia convulsionando, me pregunto por qué mi madre se unió a las bestiales practicas de el maldito villano.

¿Qué acaso ya no le daba placer ser golpeada y pensar que el agresor estaba en su lugar?

¿O tal vez ocultaba su agradecimiento hacia mí por evitar sus castigos rutinarios?

Oh mi madre tan inexpresiva como siempre sé que me mira, temblando de dolor en el suelo, agradeciéndome por evitar su sesión infalible.

¿Pero qué más puedo pedir?
Si yo sólo me conformo con imaginarme que los 2 ocupan mi lugar, eso sí sería algo glorioso, maravilloso agradecería por siempre al señor y tal vez hasta el mismo señor me agradecería por ahorrarle el trabajo de castigar al maldito ser que antes solía llamar mi padre: mi héroe, mi verdugo de todas las noches.

Algunas noches solía aburrirme con las rutinas tan monótonas de mi verdugo, pero como era un torturador tan creativo decidió aplicar nuevas técnicas de herrería sobre el cuerpo humano, aplicando hierro incandescente sobre mi pecho, primeramente marcando sus iniciales en mi pecho, hecho del que estoy orgulloso ya que sus iniciales curiosamente también son las mías.

Y mi madre siempre como mi ángel guardián sin separarse de mí, a veces dudaba si lo disfrutaba, o si estaba ahí solo para mí, agradeciéndome por haberla salvado del mismo demonio que habitaba nuestro hogar.

De nuevo en el hoyo negro conteniendo la respiración me siento al borde de la muerte, pero la muerte es desconocida y yo le temo a lo desconocido, no quisiera pasar al otro lado del umbral sólo, siento miedo prefiero ser masacrado cada noche antes de irme solo a lo desconocido con mis últimos alientos vuelvo en mi, e invito a las dos personas que observaban el ritual.

Tomé a mi verdugo personal le asesté un golpe con el martillo hecho que lo dejo inconsciente, puse su cabeza en el yunque y con dicha herramienta lo hice viajar a lo desconocido en un espectáculo más que placentero de hecho, era lo único que podría darme placer en el mundo, después de ese momento lo supe.

Mi madre más aterrorizada que de costumbre, paralizada por el evento tan sublime, dio un paso atrás antes de enviarla a el umbral a través del horno, sus gritos eran tan placenteros que lagrimas brotaron de las iniciales de mi pecho, miraba como se derretían sus ojos, y yo con toda la disposición del mundo a hacer nuestro primer viaje familiar entre al horno junto con ella.


Por: Arturo Armenta

3 comentarios:

  1. S. Arturo Armenta Pacheco

    Es genial bubuu!

    Ya estas sacando las uñas =D

    Que oscuroo!!!
    Prendeme la luz de ese cuento...


    Atte Mary Jane Watson

    ResponderEliminar
  2. Bueno, pues ahí está alguien que quiere "que le prenda algo", alguien que creo que anda con uno que camina por las paredes...

    Bueno, ahora con respecto a su cuento: el relato parricida se justifica, aunque le falta trabajar la "atmósfera", quizá... Interesante lectura. Sí.

    ResponderEliminar
  3. Tiene gracia el tipo este bubu, si que si... mi profesor, lastima que estudio psicología

    ResponderEliminar